Entretejiendo lo social

Corren tiempos extraños en todo el mundo y, dadas esas circunstancias, uno se pregunta de nuevo cuál es el rol del trabajo social en una situación mundial como la que vivimos. ¿Cómo? ¿No ya habíamos pasado por un momento de reconceptualización -o varios- en América Latina? Pues sí, pero es que el trabajo social sigue siendo esa disciplina rara, un poco la oveja negra de las ciencias sociales, que escapa de definiciones precisas y que cuando uno le pregunta a algún colegx: oye, y ¿qué es el trabajo social?, pues todavía se le quedan viendo a uno con cara de pocos amix.

Acá en México hace tiempo que venimos hablando de lo social, al igual que en varias latitudes de nuestro continente, pero al final cada quien ha entendido eso de lo social como ha podido o como ha querido. Así que en este año yo he estado reflexionando mucho sobre qué significa eso de lo social. Aquí yo les tengo que admitir que tengo una postura muy marcada de la escuela de Nelia Tello y Adriana Ornelas en nuestro país, así que no se extrañen que muchas cosas que salgan por aquí estén alineadas a esa visión particular.

La otra vez comentaba con mis estudiantes una anécdota: en algunos de los lugares en donde me ha tocado vivir -porque estoy precarizado y necesito pagar una renta- me he encontrado con un tipo de mujer en cada barrio. Es ese tipo de señora que está pendiente de todo mundo, que si te tiene confianza te apoya con lo que puede y se acerca a escuchar. También es el tipo de señora que cuando hay problemas es la que organiza a las personas para que salgan a organizarse. Yo les preguntaba a mis estudiantes: «bueno, piensen ustedes, ¿qué tipo de habilidades o prácticas sociales necesita una persona desarrollar para ser como esa mujer? Es decir, tener esa capacidad de reorganizar lo social para resolver una situación problemática en el barrio.» Hubo un largo silencio. Continúe: «Yo pienso que, justamente, en nuestra disciplina debemos de estar dándonos el tiempo para investigar qué se requiere para que un sujeto o sujeta social tengan la capacidad de reorganizar lo social de esa manera». Y les agregué una última pregunta que me parece fundamental: «Lo primero sería preguntarse si acaso eso se puede enseñar». El grupo estuvo un poco de acuerdo que eso se puede enseñar, pero no estábamos muy seguras del cómo.

Con esto, y no quiero decir que sea muy original porque como mencionaba, es algo que ya dijeron Tello y Ornelas, creo que lo que nos toca hacer, pensar y desarrollar en nuestra disciplina es justamente intervenir para entretejer lo social. Personalmente creo que ya no podemos explicar la ruptura de lo social a partir de la modernidad, como hicieron nuestrxs colegas de Sudamérica el siglo pasado. Necesitamos nuevas formas de explicar el qué ha pasado con lo social en nuestro presente: ¿por qué es tan difícil entretejer lo social? ¿por qué nos cuesta tanto trabajo relacionarnos con otrxs sujetxs sociales? No dígase si quiera organizarse socialmente, sino mínimamente hablarles o preocuparnos por ellxs. Claro, hay movimientos sociales que aún resisten, por necesidad o convicción y que, bien o mal, están organizadxs socialmente, pero es un porcentaje mínimo comparado con el resto de la sociedad.

Entonces, trabajo social debe dedicar tiempo y esfuerzo en dos cosas que creo importantes:

  1. Que nuestras intervenciones tengan en el centro el entretejimiento de lo social. ¿Cómo recuperar las relaciones, los lazos y las prácticas sociales que cuidan de lo común que hay en nuestras comunidades humanas y no humanas? Con ello me refiero a que no basta que se presenten problemáticas sociales concretas para fortalecer esos procesos, sino que debe ser parte de nuestro actuar. Claro, muchas veces estas circunstancias están atravesadas por problemáticas sociales que, ya cuando se vuelven insostenibles, requieren una intervención. Pero no debemos esperar, debemos proponer estrategias de intervención para seguir entretejiendo lo social.
  2. Tomarnos más en serio la investigación, pero sobre todo investigar aquello que mencionaba líneas más arriba: metodológicamente, ¿cómo podemos fomentar, enseñar, reproducir, prácticas sociales que mantengan fuerte lo social en espacios sociales determinados? Encontrar respuestas a esa pregunta puede permitirnos ir proponiendo nuevas vías metodológicas para saber cómo intervenir. Por poner un ejemplo: si quiero, en mi intervención, que se fomente la solidaridad social como práctica social recurrente en un espacio social determinado para prevenir o erradicar la indiferencia social, necesito comprender y estudiar algunas cosas: ¿qué es la solidaridad social y cómo se manifiesta? ¿cómo se puede fomentar mediante una metodología? ¿cómo se reproduce una experiencia en espacios sociales similares? ¿qué tipo de cambio social se construye conceptualmente a partir de esa reflexión? Y es que no basta con pensar en lo inmediato, sino imaginar un cambio social, un horizonte social hacia lo social hacia donde lxs sujetxs sociales de ese espacio social quieren transitar.

Derivado de estas ideas es que pienso que en estos tiempos complicados nos hace falta volver a reflexionar sobre los horizontes sociales que queremos construir. Y aquí hablo en plural porque ya transitamos por experiencias en las que quisimos imponer un horizonte social específico a todas las comunidades humanas y no humanas del planeta con resultados catastróficos; y en esta era del capitalismo, seguimos viviendo los resultados catastróficos de este horizonte del Capital que se quiere imponer como único e inevitable. En siglos pasados teníamos ciertos horizontes con nombres concretos: socialismo o comunismo. Hoy hay quienes tienen como horizonte el que el capitalismo sobreviva hasta su último aliento, ¿pero es esto lo que queremos la gran mayoría de seres vivos en el planeta?

¿Qué le corresponde a nuestra disciplina llamada trabajo social en estos tiempos que corren? «Escuchar» lo social, dejar el móvil por un momento y ver cómo esas interacciones cotidianas se convierten en prácticas sociales, cómo esas prácticas sociales disuelven o conforman situaciones sociales problemáticas, y qué necesitamos estudiar de esas dinámicas para saber cómo reproducir aquellas prácticas sociales que, como posibilidad, nos pueden acercar de un futuro en el que la vida humana y no humana pueda vivirse dignamente en todos los rincones de nuestro agotado planeta.